Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

domingo, 25 de marzo de 2012

SPIDERMAN ESTA EN CARACAS



Está adherido con su telaraña a la Torre Este de Parque Central, extrañando los edificios de Nueva York, tan altos, tan cercanos unos de otros. Se siente perdido, aturdido. Y es que no encuentra la forma de llegar hasta Plaza Venezuela en su forma habitual. Piensa que ser Spider-man en Caracas es más difícil que en Nueva York. Baja del edificio y camina hasta la avenida Bolívar para tomar un taxi, aunque cree que le será difícil con semejante pinta. Realmente la cosa no es así,  el taxista que se detiene a recogerlo cree que es otro loco que se disfrazó de Spider-man  para pedir dinero en el boulevard de Sabana Grande, aunque también teme que lo asalte, por eso se ha asegurado de tener su navaja picúa en el bolsillo. Son las dos de la tarde y el sol está que quema. El taxi es un Ford LTD amarillo de comienzos de los 80’s. Los asientos de cuero están rotos, no tiene aire acondicionado y los vidrios de atrás no bajan. Spider-man siente que se asfixia con aquel calorón y metido en aquel traje. Decide descubrirse el rostro hasta dejar al aire su nariz (como cuando besó a Mary Jane Watson bajo la lluvia), pero siente un olor a peo y se la vuelve a colocar con rapidez. Al llegar a su destino, el taxista le cobra 50 bolívares. Nuestro personaje  le deja cinco dólares y se baja. Se adentra en el boulevard y comienza a sentirse aturdido, su sentido arácnido le advierte que el peligro está cerca, pero no escucha una, ni dos, ni tres llamadas de auxilio, sino muchas a la vez, que parecen provenir de todas partes. Quiere moverse, quiere ayudar, pero se siente tan inútil como cuando se deprime. Trata de abrir bien los ojos y en una esquina cercana, se da cuenta que un hombre muy flaco le quita el reloj a una joven y sale corriendo con el puño cerrado hacia la avenida Casanova. A pesar del ruido en su cabeza siente que debe seguirlo, pero el ladrón hace rato que desapareció. Se queda parado tratando de ubicar otra escena para entrar en acción, es entonces cuando siente que le agarran una pierna. Spider-man, sorprendido, ve hacia abajo. Es un niño de 8 años, le está diciendo a su mamá que “necesita tener una foto con Spider-man”. La mamá le pregunta a nuestro personaje “cuanto por la foto”, él  no entiende y no sabe qué decir. La mujer se molesta y termina llevándose al niño lloriqueando. Nuestro héroe se da cuenta de su error e intenta seguir a la señora para remediar el asunto, pero la mujer se asusta y sale corriendo y  pegando gritos de auxilio. Spider-man está cansado, ve un Mac Donald y siente un alivio, un algo que lo conecta con sus raíces. Después de comer, se dirige al baño, pues  tiene las manos grasientas de comer papitas. Se coloca un poco de jabón líquido y abre la llave del lavamanos, no hay agua, busca papel, tampoco encuentra. Se coloca los guantes con las manos enjabonadas y sale del lugar.  Molesto, se dirige al Hotel Lincoln donde está alojado, espera encontrar agua allí. Toma el ascensor con otras tres personas y una de ellas le pregunta “chamo, como estuvo el otakon”, en ese momento se va la luz. Se escucha un “coño otra vez”,  inmediatamente se ilumina el espacio con las luces de los BlackBerrys y comienza el twitteo de la situación”. Tras una hora de encierro y de haber sido rescatados por los bomberos de la zona, Spider-man se dirige a su habitación más confundido que nunca; no vino a Caracas para causar problemas, ni mucho menos para ser rescatado. Su cabeza está a punto de estallar con las voces que no cesan, voces de atracos, robos de autos, chicas agredidas, asesinatos… quiere ayudar pero la realidad supera su condición de héroe, ya no es un dilema al que se enfrenta, es un caos. "Es más difícil ser Spider-man en Caracas que en Nueva York”.

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