Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

sábado, 10 de marzo de 2012

EL COMIENZO DEL FIN




         He aquí que en la primera hora del primer día, sintieron beneplácito en congregarse los dioses de la Luz  Perpetua: Justífilo y Tecnófilo.  Justífilo se entretenía imaginando límites, amarrando el infinito. En cambio a Tecnófilo le agradaba inventar cosas tangibles en su mundo etéreo, y las hacía multiplicarse sin medida. Ambos decidieron juntar sus fantasías, y al hacerlo, oscureció. Surgió de la nada una Esfera palpitante atiborrada de Sólidos Grises de movimientos rítmicos imperturbables, los cuales eran manipulados por ejércitos de Seres Autosuficientes.  A medida que los Sólidos Grises y los Seres Autosuficientes se multiplicaban, las pulsaciones de la Esfera se hacían cada vez más álgidas. La temperatura subió, el globo se deformó y de su interior surgieron vapores amarillos, rojos, violetas.  Su latido se detuvo y… finalmente… estalló. Apareció la luz.

 Y los dioses vieron que no era bueno.

            En la primera hora del segundo día, afloró de nuevo, en medio de la oscuridad, aquella Esfera. Pero esta vez, Justífilo decidió teñir de verde a los Seres Autosuficientes y los llamó Gnomos.  Los Sólidos Grises continuaron su propagación, pero a un ritmo imperceptiblemente menor. La de los Gnomos no se detuvo. De la total oscuridad comenzaron a brotar pequeñas manchas verdiazules y puntos de luz.  Pero la Esfera se encogió de manera progresiva hasta el punto en que ya nadie podía moverse sin tropezar.  Intentaron desechar los Sólidos Grises sin conseguirlo, pues de ellos dependía su existencia. Se enfrentaron unos contra otros con la esperanza de ganar espacio. Estalló un número irrelevante de elementos corpóreos capaces de desintegrar la materia. Apareció la luz.

Y los dioses vieron que no era tan bueno.

            En la primera hora del tercer día, apareció de nuevo la Esfera sobre aquel manto oscuro, y entonces,  Justífilo decidió limitar la procreación de Gnomos. Por su parte,  Tecnófilo pintó de verde los Sólidos Grises y desde ese momento los llamó Sólidos Verdes. Estos desarrollaron la capacidad, no sólo de engullir y modificar  aquellos Sólidos que se habían detenido, sino también de reducir su tamaño. Los espacios vacíos se hicieron enormes. La Esfera comenzó a llenarse de colores. Surgieron especies alucinantes: unas caminaban sobre dos, cuatro, seis, y hasta cien patas. Otros se arrastraban por la arena, el lodo. Algunos volaban al ras de las nubes, entre las montañas, en las planicies, casi tocando la tierra; o simplemente nadaban en aguas saladas, dulces, tranquilas y también caudalosas. Todo se entretejió en forma compleja y perfecta, en una danza celestial marcada por el ritmo ininterrumpido de la sinfonía metálica. Todo lo creado se consumía, se desechaba, y de estos desechos surgían nuevas creaciones. Apareció la luz. 

Y los dioses vieron que era bueno.

            Justífilo y Tecnófilo se sintieron satisfechos de su trabajo. Habían ensayado muchas formas de conjugar sus fantasías, equivocándose una y otra vez, hasta encontrar el punto de convergencia. Y entonces, ambos se diluyeron en la Esfera palpitante, que se había tornado azul,  teniendo la certeza de que la Luz Perpetua reinaría para siempre.
           

2 comentarios:

  1. Si uno teme algo de los dioses es que sean unos aprendices y que las cosas las vayan dirigiendo con la única regla del ensayo y error.
    Esa sensación de que estamos en manos del jugar de los dioses.

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  2. Si, es una preocupación muy humana. Gracias por comentar.

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