Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

domingo, 8 de abril de 2012

QUERIA SER MARIPOSA



Un día lejano pensé "me gustaría ser mariposa", al tiempo que mi cuerpo se arrastraba por el polvo, entre las piedras. Era penosa aquella ondulación que de nada servía y que al final encontraba la muerte.
En realidad quería ser mariposa, y me dije, debes alimentarte de aquellas hojas tiernas que cuelgan muy verdes, muy unidas a aquellas ramas, debes escalar el árbol.
No había ambigüedad, quería ser mariposa. Y comenzó mi ascenso penitente por el tronco, hiriendo mi piel bajo aquella superficie rugosa, que compartía con otros quizá.
No era fácil, y sin embargo, quería ser mariposa. Aquel camino penoso se me hacía largo y mis heridas cada vez más profundas. El suelo tan cerca, las hojas tan lejos.
Insisto, quiero ser mariposa, solo eso, mariposa, y cuando alcanzo aquellas hojas comienzo a devorarlas, una por una, sin descanso, en la luz y en la oscuridad las engullo.
Quiero ser mariposa, pero estoy cansada y un velo cubre mis ojos. Ya no puedo arrastrarme, ni comer, ni soñar. Quiero estar sola, quiero dormir. Y allí me quedo.
Recuerdo que quiero ser mariposa y abandono aquel estado inerte, rasgo la mortaja poco a poco y descubro mis  alas. Con suplicio las extiendo, son hermosas, coloridas, brillantes.
Soy mariposa, y estando lista para entregarme al vuelo comienza a llover. Me precipito hacia el suelo. Me refugio entre los arbustos. Alas inservibles bajo la lluvia.
Un abejorro se acerca y me dice: eres mariposa. Salgo tímida a jugar con el viento, coqueteo con el sol entre las hojas. Veo mi sombra sobre el polvo, sobre las piedras, sobre la aspereza del tronco. Soy fuerte y soy frágil.
Dejaré de ser mariposa, tras el soplo de un huracán, bajo la luz del rayo. Mis alas se precipitarán en el tiempo, perderán su brillo, su color, serán polvo, volverán al polvo.
Pero ahora soy mariposa en mi presente continuo.

4 comentarios:

  1. Amo las mariposas, siempre he creído que aún estoy en transformación metida en mi crisálida, gracias por pasar por mi espacio, me quedo en el tuyo.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Gracias, tu espacio se quedó en el mío, contigo.
    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Siempre he pensado en los problemas sicológicos que tienen que pasar las mariposas en su pubertad.
    Si los humanos por un par de crecidones, unos granos aquí y otros allá y unos retoques corporales y hormonales de cierta importancia, pasamos unas edades del pavo inaguantables... que tienen que pasar las mariposas, de su gusaneo a la maravillosa alas, de sus mandibulas a su espiritrompa... y todo pasando por su cárcel de capullo.

    ResponderEliminar
  4. Yo creo que es difícil para las mariposas, y difícil para los seres humanos.

    Pienso que los cambios son continuos en todos los seres vivos. Hay una canción de Cranberries que gusta, se llama Dreams, y su letra comienza diciendo esto:

    All my life
    Is changing every day
    In every possible way

    In all my dreams
    It's never quite as it seems
    Never quite as it seems...

    ResponderEliminar

Deja aquí tu reflejo