Hay hechos muy curiosos
en la vida; este relato encierra uno de ellos. Hace unos meses le comentaba a
una amiga lo aburrida que estaba de ver tantas películas para niños en el cine
(algo normal para quien tiene niños muy pequeños). Sin embargo, he
cambiado de opinión al respecto. A veces te encuentras joyas raras en esas
películas, pero eso sí, hay que tener una buena daga (o muchas de ellas)
para abrir el cofre que las contiene, o quizás sea necesario quitarse los
lentes 3D para trascender la historia contada.
Lo cierto es que Ariadna, fanática de los videojuegos, tenía un par de semanas
invitándome a ver la película “Ralph el demoledor” la última película de Disney
(2012), dirigida por Rich Moore. Debo confesarles que no me agradaba la idea,
pero terminé por complacerla.
Salí del cine muy satisfecha esa tarde, había descubierto a J. L. Borges en el
argumento central de ésta controversial película. Además, saqué la conclusión
de que había sido hecha pensando en los adultos, no solo por la
profundidad de su argumento, sino también, porque los videojuegos a los que se
hace referencia en la película son muy viejos, como bien lo notó Ariadna.
La película comienza con Ralph, un personaje cansado de ser “el malo”, porque
su trabajo es despreciado por todos, y es aislado socialmente y confinado a
vivir entre la basura (todo lo que la sociedad no quiere ver y que desprecia,
aún cuando se deriva de ella). Ralph decide acudir a un grupo parecido al de
los alcohólicos anónimos, pero para personajes malvados de videojuegos, de hecho
su lema es “Un juego a la vez”. Lo hace porque quiere superar su frustración,
quiere el reconocimiento social que obtiene su contrario en el juego, el bueno,
aquel que repara lo que él destruye, el que obtiene “las medallas”.
Todo iba muy bien hasta la escena que abrió completamente mis ojos: aquella en
dónde Ralph decide “salir del juego” (el viaje del héroe), para buscar ese
reconocimiento en otro “juego” (obtener una medalla) y luego regresar a su sitio para lograr
la aceptación social. En ese preciso momento, todos se dan cuenta de que Ralph es parte importante del juego, que sin él, el juego deja de existir… que
el bien no existe sin el mal. Entonces recordé el cuento “Las tres versiones de
Judas” de J. L. Borges: “Ergo, la
traición de Judas no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar
misterioso en la economía de la redención. Prosigue Runeberg: El Verbo, cuando
fue hecho carne, pasó de la ubicuidad al espacio, de la eternidad a la
historia, de la dicha sin límites a la mutación y a la muerte; para
corresponder a tal sacrificio, era necesario que un hombre, en representación
de todos los hombres hiciera un sacrificio condigno. Judas Iscariote fue ese
hombre. Judas, único entre los apóstoles, intuyó la secreta divinidad y
el terrible propósito de Jesús. El Verbo se había rebajado a mortal; Judas,
discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia
soporta) y a ser huésped del fuego que no se apaga. El orden inferior es un
espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a las formas
del cielo; las manchas de la piel son un mapa de las incorruptibles constelaciones;
Judas refleja de algún modo a Jesús. De ahí los treinta dineros y el beso; de
ahí la muerte involuntaria, para merecer aún más la reprobación. Así dilucidó
Nils Runeberg el enigma de Judas.” La existencia de un “reparador” pierde
el sentido ante la ausencia del “demoledor”. Es un argumento totalmente
controversial, pero válido. En la naturaleza esto está claro, se reconocen las
interdependencias; en la sociedad, no. Y como no lo entendemos terminamos
destruyendo la naturaleza también, rompemos el equilibrio. Pero sigamos.
Tal vez el tema es un cliché, pero me pareció una genialidad que usaran los
videojuegos como marco para desarrollarlo. La película nos recuerda lo
expresado por Lao Tse en el “Tao Te Ching”: “El Tao produce el Uno. Virtud inmanente y operante en la
totalidad cósmica. Esta Unidad produce
la Díada. Es decir, se desdobla en
Cielo y Tierra. Esta Díada produce la
muchedumbre de los seres. Estos acusan su doble origen porque están compuestos
de oscuridad (Ying) y luz (Yang). Estos dos elementos encuentran su armonía en
los seres cuyos elementos constitutivos son.” La luz apoya su existencia en la
oscuridad, aceptamos este hecho y vivimos envueltos en esas
realidades opuestas, nuestras actividades se amoldan a esas circunstancias y
tratamos de aprovechar, de la mejor manera, lo que cada una nos ofrece: durante el día
trabajamos y durante la noche descansamos.
El desenlace es algo que uno espera en función de la trama, Ralph, elije
introducirse en un juego donde destruir es algo bueno, porque consiste en
combatir unos seres que están invadiendo la Tierra (relatividad moral de las
actuaciones en función de las circunstancias), allí gana la medalla tan
anhelada de forma irregular (podría afirmarse que la roba), y salta a otro
juego donde se convierte en un verdadero héroe, por reivindicar a una niña a la
que se le ha robado su puesto en la sociedad, y que había sido relegada como él,
a vivir en ambientes riesgosos. Al final, Ralph termina comprendiendo que no se
deben tomar méritos que no se han ganado con esfuerzo, y que lo que él sabe
hacer bien (demoler) puede ser tan valorado por la sociedad como lo que hace su
oponente (reparar), cuando se hace con la actitud correcta.
Por otra parte, la sociedad comprende su error cuando se clausura el juego
porque Ralph lo abandona; pierde, por no haber valorado correctamente el
trabajo que Ralph realizaba. En la
película, los que se creen virtuosos terminan siendo malos, y los malos
generosos. ¿Es posible que podamos equivocarnos en nuestros juicios? A
propósito de esto, Borges, en su cuento “Tres versiones de Judas”, nos llama la
atención sobre esta posibilidad de manera radical: “El asceta, para mayor
gloria de Dios, envilece y mortifica la carne; Judas, hizo lo propio con el
espíritu. Renunció al honor, al bien, a la paz, al reino de los cielos, como
otros, menos heroicamente, al placer. Premeditó con lucidez terrible sus culpas.”
“Obró con gigantesca humildad, se creyó indigno de ser bueno. Pablo ha escrito:
El que se gloría, gloríese en el Señor (I Corintios 1:31); Judas buscó el
infierno, porque la dicha del Señor le bastaba.” Al final de la película Ralph
asume esta actitud, se entrega a su
trabajo de “demoledor” y lo hace porque entiende su papel en la sociedad y lo asume
de la mejor manera posible, y es uno de los momentos más sublimes de la
película, es un sacrificio verdadero y allí hay amor. En este contexto, en el
cuento de Borges, Judas es un héroe y no un villano, porque se sacrificó para
dar cumplimiento a las escrituras; sin un delator ¿cómo habría sido esto
posible?
Ahora
bien, esto es un poco lo que pasa con los presos del mundo, aquellos que
quieren reivindicarse como Ralph y son rechazados por la sociedad, los que
buscan la oportunidad de ser "buenos” o de cambiar sus vidas, de usar las
habilidades que han desarrollado como delincuentes en una ocupación beneficiosa
para todos; ellos terminan regresando a sus vidas delictivas. De
alguna manera, con nuestra actitud de rechazo hacia este segmento social,
estamos colaborando con su perpetuación. Sin embargo, siempre habrá quienes no quieran reivindicarse;
esa realidad también hay que aceptarla y
resolverla de la mejor manera posible. En Ralph, el mal está representado por
una especie de insecto que invade la Tierra. La mejor manera de combatirlo es
generando un haz de luz hacia dónde se dirigen y quedan atrapados. Cuando se
enciende la luz, las sombras desaparecen.
Los personajes de ésta película están envueltos por la misma calamidad,
son incapaces de ver lo que como individuos aportan a la sociedad y la
interdependencia que existe entre ellos, la trama social. Ellos juzgan el
esfuerzo personal en función del valor que le otorgan los demás, y del
reconocimiento que obtienen los demás en comparación con los propios, sin
pensar, que la sociedad en su conjunto podría equivocarse en su valoración.
Todos ganarían más si reconocieran su interdependencia. Cada quien es valioso
en la labor que desempeña si la realiza con la intención de ser el mejor. No se
trata de premiar el mal, ni de justificarlo, sino de entender que si la
sociedad cambia su actitud hacia lo que desprecia, es posible que todo aquello
se transforme en algo positivo que beneficie a todos. Actualmente, la basura
puede ser transformada en biogas y en biofertilizante, así, se transforma algo
que la sociedad desprecia en algo que la sociedad valora y necesita.
Estas son algunas de las reflexiones que encontrarán en la película. Con
seguridad hay más joyas, busque su daga y encuéntrelas. Le agradezco a Ariadna
el haberme invitado a ver ésta película, no sólo por las cosas que vi, sino
porque volví a ser la niña que amaba los videojuegos; me reencontré con
Pac-Man, Mario-Bros y Street Figther (Ryo y Ken). Los tesoros se encuentran en
lugares inesperados, y uno de ellos es la oportunidad que tienen de llevar a
sus hijos al cine y luego compartir con ellos las ideas y sus partes favoritas.
Me gusta como escribes guapa,
ResponderEliminarbuen fin de semana.
un abrazo.
Mil gracias por tu comentario, Ricardo.
ResponderEliminarSaludos.