Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

domingo, 4 de marzo de 2012

CARCELEROS DEL TIEMPO




           Todo cambia, siempre cambia. Se hace más evidente cuando dejas un lugar por algunos años y luego regresas. Los niños crecen, los adultos envejecen, las calles se transforman, la tecnología modifica las relaciones humanas… en fin, nunca terminas regresando al mismo lugar, nunca estas en el mismo lugar. A veces los cambios son sutiles, imperceptibles; otros transforman el mundo entero. Seguir la pista sería imposible sin la ayuda de aquellos que en sus notas, borrones, garabatos, atrapan con inocencia esos pequeños y grandes sucesos. A veces parece cosa de tontos, pero en realidad la Historia o rasgos de ella se encuentran en esas horas de ocio que se invierten en la escritura de un diario, una carta, unas simples notas…y en estos blogs. Sí, estos blogs, diarios de la modernidad, aunque menos secretos, menos ocultos a los ojos. Todo lo escrito es valioso, pero tal vez lo sean aún más en este contexto, las anécdotas del día a día.
No es esta mi opinión, sino la de otros que me preceden. Así encontramos en el prólogo de las “Memorias” del Duque de Saint Simón lo siguiente: “Pero es el caso que, pasados los años y los siglos, aquel minuto enteco y baladí depositado avaramente en la alcancía de unas memorias, de un diario, de una carta, va cobrando categoría de permanencia y es también la eternidad, vista de otro modo. Es por lo demás, la Historia”. 
         En la revista de la National Geografic “Historia”, número 60, encontré un hermoso ejemplo de esto. Resulta que en 1666 hubo un gran incendio en Londres que devoró prácticamente la ciudad y que fue necesario hacer grandes esfuerzos para reconstruirla. A partir de allí,  la fisionomía de la ciudad cambió pues quedó prohibido construir con madera; en su lugar debía usarse piedra o ladrillo.  Los detalles que se conocen del suceso se derivan de los diarios de Samuel Pepys y John Evelyn. Algunos de los detalles reseñados por Pepys fueron los siguientes: que las personas podían “quemarse la cara con una súbita lluvia de chispas de fuego”, y las palomas estaban “agolpadas en las ventanas y balcones, algunas se quemaron las alas y perecieron”. Cuenta que vio, cómo se formaba “una llama sangrienta, maliciosa y horrible, cuyo arco entero sobrepasaba la milla larga de elevación”. Estos fueron complementados con las notas de Evelyn, el cual escribió, entre otras cosas, que el incendio comenzó a propagarse “con una luz deslumbrante, un fuego tan abrazador y con el ruido ensordecedor de la caída de  tantas casas juntas, que parecía increíble que tal cosa pudiera suceder”.
          Y es que la historia no es más que un conjunto de eventos sucesivos que nos hablan del desarrollo de una civilización y tal vez a los intentos de algunos por dar explicación a esos hechos. Todos  los temas son bienvenidos, política economía, literatura, artes, ciencia, en fin todo lo que dibuja nuestro entorno y a nosotros mismos como individuos, ya que somos parte de una cultura que nos moldea.
        Aquellos que tenemos la afición de escribir no sólo nos convertimos en carceleros del tiempo, sino somos además, muchas veces sin quererlo, los filósofos contemporáneos. A propósito de esto se lee en el prólogo de las “Memorias” de Saint Simon: “Porque resulta que esta literatura, generalmente farragosa, casi siempre nimia, de diarios y memorias no siempre es solamente materia prima de historiógrafos, polvo nutricio de eruditos. Resulta que, a veces muchas veces, es también venero eternamente joven de tipos apasionantes de vidas prodigiosas  "prodigiosas aún en la infinidad de su miseria" de hervoroso fermentar humano; en todo caso, campo propicio para la reflexión…” Soren Kierkegaard en su “Diario de un Seductor” comparte esta opinión cuando afirma que “Un filósofo de épocas pretéritas decía que si cada vez pusiéramos por escrito todo lo que nos ocurre en la vida, podríamos convertirnos en filósofos sin darnos cuenta”.
        Así es que invito a todos los blogueros (y a los que no lo son) a seguir realizando su labor de carceleros del tiempo, cuya gloria es imperceptible a la vida, pero su valor es realmente incalculable para las generaciones futuras.


2 comentarios:

  1. Algunos ahí seguiremos, dándole al bloguerismo, sin ninguna otra pretensión que pasarlo bien. Y cuando así no sea, pues a otra cosa mariposa.
    Por cierto, esa foto también es tuya? de dónde es? qué chulada.

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  2. Si Saturnino, son unos dibujos de barcos que están en una de las paredes de la entrada del Castillo de San Cristóbal, en San Juan de Puerto Rico. Un lugar interesante. ;-)

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