Un árbol es un cuenco de luz, un verso que crece y se ensancha en la acera; recoge silencioso las palabras que luego dejan caer los pájaros y entierran las ardillas. Esconde en cada anillo un secreto y juntos narran su historia y la nuestra. En la boca sabe a tamarindo y en la piel, huele a canela.
Un árbol es un cuenco de luz, un poema que se hace bosque en la mirada y permanece indómito ante la tormenta. Lo adornan los capullos, las chicharras de mayo y la ristra de hormigas que marchan hacia el agujero. Eleva sus brazos hacia las estrellas, lo saluda el viento, lo baña la lluvia.
Un árbol es luz y es poesía.
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