Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

miércoles, 9 de julio de 2014

Cuenco de luz



                   Un árbol es un cuenco de luz, un verso que crece y se ensancha en la acera; recoge silencioso las palabras que luego dejan caer los pájaros y entierran las ardillas. Esconde en cada anillo un secreto y juntos narran su historia y la nuestra. En la boca sabe a tamarindo y en la piel, huele a canela.

                  Un árbol es un cuenco de luz, un poema que se hace bosque en la mirada y permanece indómito ante la tormenta. Lo adornan los capullos, las chicharras de mayo y la ristra de hormigas que marchan hacia el agujero. Eleva sus brazos hacia las estrellas, lo saluda el viento, lo baña la lluvia.

                  Un árbol es luz y es poesía.

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