Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

PARA WANGARI MAATHAI



Millones de hojas danzando en el viento, dejándose caer por ti, como lágrimas de fuego, como huérfanas de ramas. Millones de hojas nacidas de millones de troncos, bañados de amor por vientres exhaustos de dolor, los mismos que arroparon la paz y la justicia bajo la tierra negra de Kenya. Siempre fue así, tu cabeza en las raíces, tus pies en el cielo, llevando la humedad al suelo y la erosión a los ojos. Para ti, la lucha y la vida fue  una sola trenza, que, como artesana tejiste con paciencia hasta lograr un cinturón, uno sustentable, perpetuo; porque nunca hay vida sin lucha cuando se busca la trascendencia del mundo.

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