Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

jueves, 27 de junio de 2013

Lamento nocturno





            El perro muerde por las noches mientras la luna está menguando. Y en su mordida, espuma blanca inyecta con lentitud.  Se desprende en el sereno un aroma de azahar,  de rosa marchita, de sentimientos subterráneos. Veneno interno. El entorno determina al perro, contamina al perro, lo moldea. Ya no es más su propia esencia porque se ha disuelto en el alma colectiva. Ahora es imitación de risa, imitación de rabia, imitación de llanto. Ha muerto en él aquel rebelde que borraba las malas premisas y  las falsas conclusiones; y en su lugar, solo queda un perro-masa, que clava sus dientes (afilados por otros), que gruñe sin consciencia; un perro que perdió su contorno para convertirse en una mancha roja, esa, que destila de mi cuello mientras la luna desaparece.

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