A veces, no con mucha frecuencia, llevamos nosotros mismos las hojas de jengibre a la exhibición de los orangutanes. Si, ellos comen hojas de jengibre, y otras hojas y tallos también. Esos simios parecen rastafaris, son del tipo meditativo y despreocupado. Una vez allí, me gusta entrar a ver al resto de los simios que se hallan dentro del edificio, cada especie en su área particular. Para incrementar su movilidad, les colocan algunos objetos de los cuales pueden colgarse, incluyendo fuertes troncos con ramas desnudas. No hay ni rejas, ni mallas; se pueden ver perfectamente a través del vidrio de seguridad que los contiene. Los chimpancés se me antojan los más graciosos del grupo, me río cuando ellos parecen reír escandalosamente; ellos no conocen el decoro social. En medio de aquel lugar se halla solitario un enorme gorila, con su pelaje largo y de un negro intenso. Es simpático. Cuando voy a visitarlo me sonríe. Es un animal muy tranquilo. Sin mucho espacio para moverse, pasa horas sentado, recostado de una de las paredes de concreto. A veces se me ocurre pensar que él puede entender lo que pasa a su alrededor. Tal vez es así. Recientes descubrimientos científicos afirman que el cerebro del hombre y el cerebro del mono son muy similares. Recuerdo que un domingo de esos de temporada, pasó algo inesperado. La gente se hallaba amontonada frente a nuestro gorila, luchaban unos con otros para abrirse una ventana; lo señalaban, se reían, hablaban. Él parecía molesto (y no aburrido como de costumbre). Los veía a todos con esa expresión de asombro en la cara, de ojos abiertos, bocas abiertas, de cejas levantadas, apuntando hacia él. De pronto, agarró sus heces con una de sus manos y comenzó a arrojarlas hacia la gente. La materia defecada se estrelló con fuerza contra el vidrio de seguridad salpicándolo todo. La gente gritaba ante la acción sorpresiva, gritaba y se dirigía hacia otras exhibiciones. La osadía de ese gorila me hizo recordar a Marcel Duchamp cuando se atrevió a exhibir su Fontain.
Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.
sábado, 31 de marzo de 2012
domingo, 25 de marzo de 2012
SPIDERMAN ESTA EN CARACAS
Está adherido con su telaraña a la Torre Este de Parque Central, extrañando los edificios de Nueva York, tan altos, tan cercanos unos de otros. Se siente perdido, aturdido. Y es que no encuentra la forma de llegar hasta Plaza Venezuela en su forma habitual. Piensa que ser Spider-man en Caracas es más difícil que en Nueva York. Baja del edificio y camina hasta la avenida Bolívar para tomar un taxi, aunque cree que le será difícil con semejante pinta. Realmente la cosa no es así, el taxista que se detiene a recogerlo cree que es otro loco que se disfrazó de Spider-man para pedir dinero en el boulevard de Sabana Grande, aunque también teme que lo asalte, por eso se ha asegurado de tener su navaja picúa en el bolsillo. Son las dos de la tarde y el sol está que quema. El taxi es un Ford LTD amarillo de comienzos de los 80’s. Los asientos de cuero están rotos, no tiene aire acondicionado y los vidrios de atrás no bajan. Spider-man siente que se asfixia con aquel calorón y metido en aquel traje. Decide descubrirse el rostro hasta dejar al aire su nariz (como cuando besó a Mary Jane Watson bajo la lluvia), pero siente un olor a peo y se la vuelve a colocar con rapidez. Al llegar a su destino, el taxista le cobra 50 bolívares. Nuestro personaje le deja cinco dólares y se baja. Se adentra en el boulevard y comienza a sentirse aturdido, su sentido arácnido le advierte que el peligro está cerca, pero no escucha una, ni dos, ni tres llamadas de auxilio, sino muchas a la vez, que parecen provenir de todas partes. Quiere moverse, quiere ayudar, pero se siente tan inútil como cuando se deprime. Trata de abrir bien los ojos y en una esquina cercana, se da cuenta que un hombre muy flaco le quita el reloj a una joven y sale corriendo con el puño cerrado hacia la avenida Casanova. A pesar del ruido en su cabeza siente que debe seguirlo, pero el ladrón hace rato que desapareció. Se queda parado tratando de ubicar otra escena para entrar en acción, es entonces cuando siente que le agarran una pierna. Spider-man, sorprendido, ve hacia abajo. Es un niño de 8 años, le está diciendo a su mamá que “necesita tener una foto con Spider-man”. La mamá le pregunta a nuestro personaje “cuanto por la foto”, él no entiende y no sabe qué decir. La mujer se molesta y termina llevándose al niño lloriqueando. Nuestro héroe se da cuenta de su error e intenta seguir a la señora para remediar el asunto, pero la mujer se asusta y sale corriendo y pegando gritos de auxilio. Spider-man está cansado, ve un Mac Donald y siente un alivio, un algo que lo conecta con sus raíces. Después de comer, se dirige al baño, pues tiene las manos grasientas de comer papitas. Se coloca un poco de jabón líquido y abre la llave del lavamanos, no hay agua, busca papel, tampoco encuentra. Se coloca los guantes con las manos enjabonadas y sale del lugar. Molesto, se dirige al Hotel Lincoln donde está alojado, espera encontrar agua allí. Toma el ascensor con otras tres personas y una de ellas le pregunta “chamo, como estuvo el otakon”, en ese momento se va la luz. Se escucha un “coño otra vez”, inmediatamente se ilumina el espacio con las luces de los BlackBerrys y comienza el twitteo de la situación”. Tras una hora de encierro y de haber sido rescatados por los bomberos de la zona, Spider-man se dirige a su habitación más confundido que nunca; no vino a Caracas para causar problemas, ni mucho menos para ser rescatado. Su cabeza está a punto de estallar con las voces que no cesan, voces de atracos, robos de autos, chicas agredidas, asesinatos… quiere ayudar pero la realidad supera su condición de héroe, ya no es un dilema al que se enfrenta, es un caos. "Es más difícil ser Spider-man en Caracas que en Nueva York”.
lunes, 19 de marzo de 2012
La decisión del Sol
Decidir siempre es difícil, más aún, cuando se quiere todo. |
Un día como hoy, no muy distante en el tiempo, se realizó en el bosque una importante asamblea. A ella asistieron representantes de cada uno de los componentes de la naturaleza. El Aire marcó su presencia con su suave aroma de hierbas, mientras que el Agua, muy divertida, hizo su aparición con su relajante sonido. Un poco más tarde llegaron los Animales y las Plantas, argumentando toda clase de escusas, y por último el Suelo, el cual iba impregnando a todos con sus pequeñas partículas.
Llegada la hora apareció el Sol, levantándose con elegancia sobre el horizonte, y dijo lo siguiente:
- Estamos aquí reunidos para resolver una situación cada vez más alarmante. El hombre, señor que reina sobre nosotros, está en grave peligro, es posible que su descendencia perezca. Debemos encontrar la manera de salvarlo. Las decisiones que se han de tomar requieren de mucho valor, fortaleza, pero sobre todo amor. Quiero escucharlos.
Entonces habló el Aire:
- He acompañado al hombre desde el principio de los tiempos, sin mí no sería posible su vida, le proveo el oxígeno que necesitan todas sus células. Pero debo advertir que esta labor se me hace cada vez más difícil. Me siento muy pesado y ennegrecido, y créanme, hago todo lo posible para hallar la forma de sacudir todas esas partículas sucias y pegajosas, pero no lo consigo. Siento mucho que mi esencia enrarecida llegue a sus pulmones y hasta por mi causa muera.
- He acompañado al hombre desde el principio de los tiempos, sin mí no sería posible su vida, le proveo el oxígeno que necesitan todas sus células. Pero debo advertir que esta labor se me hace cada vez más difícil. Me siento muy pesado y ennegrecido, y créanme, hago todo lo posible para hallar la forma de sacudir todas esas partículas sucias y pegajosas, pero no lo consigo. Siento mucho que mi esencia enrarecida llegue a sus pulmones y hasta por mi causa muera.
Se oyó un leve murmullo.
Seguidamente se manifestó Agua:
- Soy fresca, divertida… nunca soy la misma, me gusta correr y alimentarme de la lluvia. Satisfago al hombre que quiera tenerme, su sed, su higiene y hasta su paz interior; pero debo admitir, al igual que el Aire, que es cada vez más complicado hacerlo, no sólo porque cada día estoy más sucia, sino también, porque mi cauce está disminuyendo, ¡La lluvia ya no me visita con tanta frecuencia! En verdad, no sé qué hacer para remediarlo, ¡hasta las rocas han sobrepasado su capacidad de purificarme!
Seguidamente se manifestó Agua:
- Soy fresca, divertida… nunca soy la misma, me gusta correr y alimentarme de la lluvia. Satisfago al hombre que quiera tenerme, su sed, su higiene y hasta su paz interior; pero debo admitir, al igual que el Aire, que es cada vez más complicado hacerlo, no sólo porque cada día estoy más sucia, sino también, porque mi cauce está disminuyendo, ¡La lluvia ya no me visita con tanta frecuencia! En verdad, no sé qué hacer para remediarlo, ¡hasta las rocas han sobrepasado su capacidad de purificarme!
Esta vez hubo un gran alboroto el cual silenciaron las Plantas con su intervención:
- ¿Qué más podemos hacer nosotras? Engalanamos su casa con nuestras formas y colores, perfumamos su entorno, le damos nuestros frutos que les sirven de alimento y medicina, le damos sombra cuando hace calor, y cuando esto ya no es suficiente, nos cortan y construyen su lugar de abrigo y calientan su casa en invierno. ¡Ah!, se me olvidaba… también ayudamos al aire a mantenerse limpio y fabricamos el oxígeno que transporta, pero cada vez somos menos… y entonces, ¿Qué podemos hacer para cumplir nuestra misión? ¡estamos desapareciendo!
- ¿Qué más podemos hacer nosotras? Engalanamos su casa con nuestras formas y colores, perfumamos su entorno, le damos nuestros frutos que les sirven de alimento y medicina, le damos sombra cuando hace calor, y cuando esto ya no es suficiente, nos cortan y construyen su lugar de abrigo y calientan su casa en invierno. ¡Ah!, se me olvidaba… también ayudamos al aire a mantenerse limpio y fabricamos el oxígeno que transporta, pero cada vez somos menos… y entonces, ¿Qué podemos hacer para cumplir nuestra misión? ¡estamos desapareciendo!
Inmediatamente se levantó un león en representación de sus compañeros del Reino Animal:
- Me parece que las cosas deberían verse como son. Nosotros que competimos con los humanos por el espacio, también le servimos. Formamos parte de su alimentación, decoramos su vivienda y algunas veces usan nuestras pieles para cubrirse del frío; con nosotros aprenden y se divierten y algunos de nosotros lo ayudamos a hacer su trabajo. Adicionalmente, cuando morimos, enriquecemos el suelo para hacerlo más productivo. ¿Será posible que podamos seguirle ayudando?, nosotros también estamos desapareciendo, nos cazan, nos encierran, acaban con nuestros refugios y con nuestro alimento.
- Me parece que las cosas deberían verse como son. Nosotros que competimos con los humanos por el espacio, también le servimos. Formamos parte de su alimentación, decoramos su vivienda y algunas veces usan nuestras pieles para cubrirse del frío; con nosotros aprenden y se divierten y algunos de nosotros lo ayudamos a hacer su trabajo. Adicionalmente, cuando morimos, enriquecemos el suelo para hacerlo más productivo. ¿Será posible que podamos seguirle ayudando?, nosotros también estamos desapareciendo, nos cazan, nos encierran, acaban con nuestros refugios y con nuestro alimento.
Hubo un gran silencio. Finalmente el Suelo expresó su preocupación.
- Me temo que tarde o temprano no podré seguir sosteniéndolos, ¡cada día son más! He sido muy feliz al ver que he podido ser útil, pero siento que mis fuerzas se agotan, me estoy quedando desnudo, cada vez más sediento y resquebrajado ¿Qué puedo hacer yo en estas condiciones? ¿Cómo darle a las nuevas plantas la energía que necesitan para que sigan produciendo alimentos y oxígeno? No tengo respuesta.
- Me temo que tarde o temprano no podré seguir sosteniéndolos, ¡cada día son más! He sido muy feliz al ver que he podido ser útil, pero siento que mis fuerzas se agotan, me estoy quedando desnudo, cada vez más sediento y resquebrajado ¿Qué puedo hacer yo en estas condiciones? ¿Cómo darle a las nuevas plantas la energía que necesitan para que sigan produciendo alimentos y oxígeno? No tengo respuesta.
El Sol se detuvo a pensar, con ánimo impasible, en todas las cosas que escuchó. De pronto, la intensidad de su luz se elevó alargando sus rayos, pero con la misma rapidez volvió a apagarse. Entonces declaró:
- Como vigilante del bienestar de la raza humana, me siento obligado a continuar con mi tarea, pensé por un momento que la causa del problema estaba en ustedes, pensé que ya no querían cumplir su misión. Sin embargo, me encuentro con esta triste realidad. Si no hacemos algo pronto, el hombre nos destruirá y se destruirá a sí mismo, y será muy tarde cuando despierte de su sueño…
- Como vigilante del bienestar de la raza humana, me siento obligado a continuar con mi tarea, pensé por un momento que la causa del problema estaba en ustedes, pensé que ya no querían cumplir su misión. Sin embargo, me encuentro con esta triste realidad. Si no hacemos algo pronto, el hombre nos destruirá y se destruirá a sí mismo, y será muy tarde cuando despierte de su sueño…
miércoles, 14 de marzo de 2012
Las hojas de la sequía
Las hojas de la sequía son amarillas, tal vez con manchas marrones y verdes; se desintegran en el suelo, ya no pueden levantarse, no volverán a ser verdes, nunca más sonarán a lluvia, son arrastradas por el viento, han caído, han caído.
La violencia se cierne sobre los hombros, sobre los tendones, los tensa, la espalda duele, duele mucho por las noches. La bola de luz está allí, fija, mientras nosotros giramos. No podemos verla porque una tela de seda gris la cubre. A penas se adivina en la transparencia su silueta circular y destellante. Casi sentimos su poder, ese que da la vida. Pero tenemos calor, eso sí, un calor insoportable, temible, asfixiante, tanto que los polos se derriten. En Perito Moreno se escuchan truenos cuando los bloques inmensos del glacial se agrietan y caen. Las puntas de las cordilleras difícilmente se visten de blanco, se muestran desnudas, erosionadas casi todo el año.
Qué duro es estar ciegos, que difícil es pensar que algo pasa; la ignorancia solo duele cuando comienzas a comprender que todo es caos e incertidumbre en el giro del compás. La saliva resbala fuera de la boca, miramos el paisaje ¿realmente lo miramos? Hay un camino -dice una voz. Y nos preguntamos: -¿acaso estamos perdidos? Y él nos responde: -Señores, ¿acaso ven la luz?
Todo está oculto, y mientras tanto, las hojas caídas de la sequía siguen vagando por el suelo, arrastradas por el viento sin rumbo fijo, sin voluntad para rasgar el velo.
sábado, 10 de marzo de 2012
EL COMIENZO DEL FIN
He aquí que en la primera hora del primer día, sintieron beneplácito en congregarse los dioses de la Luz Perpetua: Justífilo y Tecnófilo. Justífilo se entretenía imaginando límites, amarrando el infinito. En cambio a Tecnófilo le agradaba inventar cosas tangibles en su mundo etéreo, y las hacía multiplicarse sin medida. Ambos decidieron juntar sus fantasías, y al hacerlo, oscureció. Surgió de la nada una Esfera palpitante atiborrada de Sólidos Grises de movimientos rítmicos imperturbables, los cuales eran manipulados por ejércitos de Seres Autosuficientes. A medida que los Sólidos Grises y los Seres Autosuficientes se multiplicaban, las pulsaciones de la Esfera se hacían cada vez más álgidas. La temperatura subió, el globo se deformó y de su interior surgieron vapores amarillos, rojos, violetas. Su latido se detuvo y… finalmente… estalló. Apareció la luz.
Y los dioses vieron que no era bueno.
En la primera hora del segundo día, afloró de nuevo, en medio de la oscuridad, aquella Esfera. Pero esta vez, Justífilo decidió teñir de verde a los Seres Autosuficientes y los llamó Gnomos. Los Sólidos Grises continuaron su propagación, pero a un ritmo imperceptiblemente menor. La de los Gnomos no se detuvo. De la total oscuridad comenzaron a brotar pequeñas manchas verdiazules y puntos de luz. Pero la Esfera se encogió de manera progresiva hasta el punto en que ya nadie podía moverse sin tropezar. Intentaron desechar los Sólidos Grises sin conseguirlo, pues de ellos dependía su existencia. Se enfrentaron unos contra otros con la esperanza de ganar espacio. Estalló un número irrelevante de elementos corpóreos capaces de desintegrar la materia. Apareció la luz.
Y los dioses vieron que no era tan bueno.
En la primera hora del tercer día, apareció de nuevo la Esfera sobre aquel manto oscuro, y entonces, Justífilo decidió limitar la procreación de Gnomos. Por su parte, Tecnófilo pintó de verde los Sólidos Grises y desde ese momento los llamó Sólidos Verdes. Estos desarrollaron la capacidad, no sólo de engullir y modificar aquellos Sólidos que se habían detenido, sino también de reducir su tamaño. Los espacios vacíos se hicieron enormes. La Esfera comenzó a llenarse de colores. Surgieron especies alucinantes: unas caminaban sobre dos, cuatro, seis, y hasta cien patas. Otros se arrastraban por la arena, el lodo. Algunos volaban al ras de las nubes, entre las montañas, en las planicies, casi tocando la tierra; o simplemente nadaban en aguas saladas, dulces, tranquilas y también caudalosas. Todo se entretejió en forma compleja y perfecta, en una danza celestial marcada por el ritmo ininterrumpido de la sinfonía metálica. Todo lo creado se consumía, se desechaba, y de estos desechos surgían nuevas creaciones. Apareció la luz.
Y los dioses vieron que era bueno.
Justífilo y Tecnófilo se sintieron satisfechos de su trabajo. Habían ensayado muchas formas de conjugar sus fantasías, equivocándose una y otra vez, hasta encontrar el punto de convergencia. Y entonces, ambos se diluyeron en la Esfera palpitante, que se había tornado azul, teniendo la certeza de que la Luz Perpetua reinaría para siempre.
domingo, 4 de marzo de 2012
CARCELEROS DEL TIEMPO
Todo cambia, siempre cambia. Se hace más evidente cuando dejas un lugar por algunos años y luego regresas. Los niños crecen, los adultos envejecen, las calles se transforman, la tecnología modifica las relaciones humanas… en fin, nunca terminas regresando al mismo lugar, nunca estas en el mismo lugar. A veces los cambios son sutiles, imperceptibles; otros transforman el mundo entero. Seguir la pista sería imposible sin la ayuda de aquellos que en sus notas, borrones, garabatos, atrapan con inocencia esos pequeños y grandes sucesos. A veces parece cosa de tontos, pero en realidad la Historia o rasgos de ella se encuentran en esas horas de ocio que se invierten en la escritura de un diario, una carta, unas simples notas…y en estos blogs. Sí, estos blogs, diarios de la modernidad, aunque menos secretos, menos ocultos a los ojos. Todo lo escrito es valioso, pero tal vez lo sean aún más en este contexto, las anécdotas del día a día.
No es esta mi opinión, sino la de otros que me preceden. Así encontramos en el prólogo de las “Memorias” del Duque de Saint Simón lo siguiente: “Pero es el caso que, pasados los años y los siglos, aquel minuto enteco y baladí depositado avaramente en la alcancía de unas memorias, de un diario, de una carta, va cobrando categoría de permanencia y es también la eternidad, vista de otro modo. Es por lo demás, la Historia”.
En la revista de la National Geografic “Historia”, número 60, encontré un hermoso ejemplo de esto. Resulta que en 1666 hubo un gran incendio en Londres que devoró prácticamente la ciudad y que fue necesario hacer grandes esfuerzos para reconstruirla. A partir de allí, la fisionomía de la ciudad cambió pues quedó prohibido construir con madera; en su lugar debía usarse piedra o ladrillo. Los detalles que se conocen del suceso se derivan de los diarios de Samuel Pepys y John Evelyn. Algunos de los detalles reseñados por Pepys fueron los siguientes: que las personas podían “quemarse la cara con una súbita lluvia de chispas de fuego”, y las palomas estaban “agolpadas en las ventanas y balcones, algunas se quemaron las alas y perecieron”. Cuenta que vio, cómo se formaba “una llama sangrienta, maliciosa y horrible, cuyo arco entero sobrepasaba la milla larga de elevación”. Estos fueron complementados con las notas de Evelyn, el cual escribió, entre otras cosas, que el incendio comenzó a propagarse “con una luz deslumbrante, un fuego tan abrazador y con el ruido ensordecedor de la caída de tantas casas juntas, que parecía increíble que tal cosa pudiera suceder”.
Y es que la historia no es más que un conjunto de eventos sucesivos que nos hablan del desarrollo de una civilización y tal vez a los intentos de algunos por dar explicación a esos hechos. Todos los temas son bienvenidos, política economía, literatura, artes, ciencia, en fin todo lo que dibuja nuestro entorno y a nosotros mismos como individuos, ya que somos parte de una cultura que nos moldea.
Aquellos que tenemos la afición de escribir no sólo nos convertimos en carceleros del tiempo, sino somos además, muchas veces sin quererlo, los filósofos contemporáneos. A propósito de esto se lee en el prólogo de las “Memorias” de Saint Simon: “Porque resulta que esta literatura, generalmente farragosa, casi siempre nimia, de diarios y memorias no siempre es solamente materia prima de historiógrafos, polvo nutricio de eruditos. Resulta que, a veces muchas veces, es también venero eternamente joven de tipos apasionantes de vidas prodigiosas "prodigiosas aún en la infinidad de su miseria" de hervoroso fermentar humano; en todo caso, campo propicio para la reflexión…” Soren Kierkegaard en su “Diario de un Seductor” comparte esta opinión cuando afirma que “Un filósofo de épocas pretéritas decía que si cada vez pusiéramos por escrito todo lo que nos ocurre en la vida, podríamos convertirnos en filósofos sin darnos cuenta”.
Así es que invito a todos los blogueros (y a los que no lo son) a seguir realizando su labor de carceleros del tiempo, cuya gloria es imperceptible a la vida, pero su valor es realmente incalculable para las generaciones futuras.
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