Me aterra
escuchar, de vez en cuando, que lo ambientalista está devaluado, que hay cosas
más importantes que resolver. Definitivamente, esta situación de país nos ha
llevado a un estado de lamentable inconsciencia en muchos aspectos de nuestra
vida. Estamos perdiendo la perspectiva. Mientras los países desarrollados
avanzan con fuerza en la implementación de sus políticas ambientales, nosotros
creemos en este lado del mundo que es una moda, simple esnobismo. Y es que
ellos luchan por recuperar todos los espacios naturales que han perdido porque
saben que de eso depende la vida artificial que nos hemos creado. Yo les
pregunto: ¿Qué respiran? ¿Qué toman? ¿Qué comen? ¿Con qué realizan sus labores
de aseo personal y de limpieza? ¿Qué sería de la agricultura y de la industria
sin agua? ¿Qué comeremos cuando la tierra se desertifique? ¿Cuánto más CO,
plomo, ácido nítrico y sulfúrico soportarán nuestros pulmones? ¿Cuando los
recursos se agoten al límites qué haremos? Aquí mismo, en Caracas, ya no
tenemos agua en forma constante en nuestras casas, ya vivimos la escasez. Cada
día, el precio del botellón de agua mineral se incrementa. El agua era un bien
gratis, abundante; ahora, con los problemas de las extensas sequías causadas
por el Calentamiento Global, nuestros ríos están disminuyendo su caudal, y la
poca agua que nos queda la estamos contaminando. Pensemos. Un individuo puede
estar varios días sin alimentarse, pero sólo tres días sin agua. Estamos en
constante intercambio con el entorno que nos rodea, si éste está contaminado,
nosotros estaremos enfermos. Los tratamientos médicos son simples paliativos,
sólo estaremos verdaderamente sanos cuando el ambiente que nos rodea lo esté.
Tenemos la mira puesta en el blanco errado. Queremos producir y producir
creyendo que eso incrementará nuestra calidad de vida. Es cierto que la
producción nos da bienes, empleo... pero, ¿qué la sostiene? ¿No son los
recursos naturales la materia prima? Hay maneras de producir, maneras de
transformar los recursos naturales sin lesionarlos, de tener un empleo digno.
Los países desarrollados están transformando sus tecnologías y métodos de
producción para ajustarse a los nuevos tiempos, a los tiempos de escasez de
recursos, de energía, incrementando la eficiencia de los procesos. ¿Qué estamos
haciendo nosotros en Venezuela? Nuestra constitución venezolana nos dice que
tenemos derecho a vivir en un "ambiente sano, seguro y ecológicamente
equilibrado". ¿Por qué no exigimos ese derecho si sabemos que de ello
depende nuestra salud y nuestra productividad? Porque un individuo enfermo es
menos productivo que uno sano, y lo que ganamos contaminando lo gastamos en
tratamientos y medicinas costosas. El mundo artificial es un mundo gris, vacío,
no se sostiene por sí mismo, se cimienta en la naturaleza,
depende de ella. La próxima vez que diga que el ambiente no es un asunto de
importancia, piénselo dos veces. De cualquier manera, la naturaleza siempre
encontrará la forma de manifestarse y protegerse, ella tiene mejores mecanismos
de conservación que nosotros que día tras día caminamos hacia la
auto-destrucción sin darnos cuenta.
Econ. Deyanira Díaz