No
es sencillo el trabajo de atar cabellos largos. Me deslizo hacia arriba
mientras una de las manos los aprieta fuerte al ras del cráneo para mantenerlos unidos (inevitable, siempre alguno se resbala sin advertencia); luego hay que tensarse y rodear, y rodear, y tal vez rodear de nuevo, hasta ese punto
donde el ajuste no permite el movimiento.
Me gusta sentir el contacto de los dedos, por eso a
veces me voy cayendo durante el día, me pongo floja, floja. Deseo terminar en
el suelo o en alguna gaveta. Y así todos los días a
excepción de aquella noche. Una mano extraña me agarró con violencia haciendo estallar los cabellos
reprimidos, me lanzó al aire, me perdí en la sombra, y finalmente me encontré rodeando esa muñeca delgada y desconocida, por un tiempo. Hacen falta cosas así, impredecibles, que desvíen la consciencia del círculo en el que estamos inscritos; para saber que en la vida,
además de cabellos y manos, existen muñecas.
Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.
domingo, 24 de febrero de 2013
martes, 12 de febrero de 2013
lunes, 4 de febrero de 2013
LA ESCALERA
Aquí
Aquí estoy
Aquí estoy esperando
Aquí estoy esperando impaciente
Aquí estoy esperando impaciente el reposo
Aquí estoy esperando impaciente el reposo dulce-amargo
Aquí estoy esperando impaciente el reposo dulce-amargo
de tus labios.
Estaré
despierta cuando llegues al último escalón atormentado de mi piel.
Arroja
Arroja todo
Arroja todo el fuego
Arroja todo el fuego comprimido
Arroja todo el fuego comprimido en papeles
Arroja todo el fuego comprimido en papeles que
encadenan
Arroja todo el fuego comprimido en papeles que
encadenan nuestra historia.
Estaré dormida cuando llegues abajo,
conteniendo mis cenizas entre tus manos.
Sóplalas y volvamos a empezar
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