Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

jueves, 23 de agosto de 2012

El amor en un árbol



Árbol. 
Nidos de pájaros y niños, que se enredan en sus ramas por las tardes; raíces que aprietan la tierra, fuerte, muy fuerte, para que no se pierda en el aire; guardián de los ríos en su carrera infinita para encontrarse con su amante; templo del sol, cuyas hojas guardan su magnánimo poder en las nervaduras, con intimidad, con enorme intimidad.

Árbol. 
Lo vi florecer, vi caer su follaje y crecer sus frutos, cada nueva hoja, cada nueva rama que se extendía diminuta hacia arriba con hambre de sol, con hambre de lluvia, abriéndose paso entre las otras. Lo vi engordar con cada anillo y extender sus raíces sobre el suelo para no caer; porque así como crece el conocimiento debe crecer el amor.

Árbol. 
Me recosté en su tronco para no caer cuando te vi tan cerca. Entonces tu mirada, tu sonrisa, tus manos tibias navegando el ardor de mis mejillas. Luego el descenso al sepulcro en tus labios, en mi cuello las hormigas, en mi abdomen el deseo; y en el corazón de la Swiss Army, tu nombre y el mío bajo esa sombra.

lunes, 13 de agosto de 2012

Siempre tu presencia


Sé que estás allí, detrás de mis cristales turbios.
Cierro mis ojos para verte
en el recinto que ocultan mis párpados.
Soplas tu nombre en mi nariz
me ahogas, me llenas,
y siento que revivo.
Tu amor se manifiesta
sin forma precisa
en tantos destellos y cajones,
que pierdo la cuenta de los nudos que voy atando.
Te sentí,  en las estrellas de Van Gogh,
en los cuadrados de Malevitch,
en el movimiento de Calder,
en la simplicidad cromática de Mondrian
y en el incansable brazo de Miguel Ángel Buonarroti.
 El mío, se esconde en ese rincón solitario
donde pronuncio tu nombre,
y en estas letras que son tuyas
 mucho antes de que fuesen escritas.













domingo, 5 de agosto de 2012

RELATO SIN FECHA DE ENTREGA




           Solo tú conoces como fluye su danza ligera entre las piedras del río, al compás de un vals de Strauss, sin detenerse, sin regresar. La fuente se desborda porque llueve, e inunda todos los sentidos, perplejos de tanto estímulo. El marco de tu ventana es el mundo, todo se mueve en el estático paisaje, mientras las notas estallan al ritmo de los ciclos que retornan y que a veces se rompen convirtiendo el vals en un desaforado jazz de Coltrane. Eres un espejo empañado por tu respiración, la que, llegado a un punto apagas para escuchar mejor la melodía externa. Tu sistema se integra al río, ambos intercambian materia, bailan como lo hacen los amantes, ese nudo es inconsciente; pero tú despiertas y miras y tratas de comprender, de distinguir el vals donde suenan los violines y  el jazz donde el piano dialoga con el saxo. Abres el foco en el jazz, allí dónde las relaciones son complejas, disonantes, sorpresivas, un conjunto de soledades atadas con un hilo de nylon. Tratas de sentirlo, luego  de reflejarlo, letra por letra; es un río con piedras y su danza ligera se pierde en el mar.