Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

miércoles, 18 de julio de 2012

Reiniciar


             Un punto y aparte; detenerme un rato, respirar. El cielo giró, debo buscar mi arquetipo, entenderlo, entonces reiniciar. Debo saber de quién es la risa, de quién las lágrimas; si se elevan desde mis pies o si las robé de la muchedumbre sombra, de la muchedumbre pasos. No me gustan los zapatos prestados, son incómodos porque no tienen mis huellas, no los puedes enlodar sin un reclamo. Los zapatos prestados a veces aprietan, a veces pesan más de la cuenta. El cielo giró, debo hacer un molde nuevo, hallar su forma  imperfecta, el color aproximado, entonces reiniciar. Debo saber dónde está el canto, dónde la ira; si se escapan de mi garganta o si los leo en alguna pantalla, donde muchas voces se calcan. Detenerme, juntar las manos, repetir un mantra con los ojos cerrados, respirar y seguir. Conocer los patrones y destruirlos, reinventarlos con mis huellas, con mi garganta, buscar a Dios bajo el embrujo de Malevitch y esperar a que todo se oscurezca y se ilumine de nuevo.