Aquí está mi reflejo. Siente cómo abre una rendija por donde se escapa la luz y lanza allí, en ese flujo coloidal, palabras sin significado aparente que acarician o golpean el hipotálamo; y más tarde, cuando el sol se desliza detrás del contorno impreciso de la tierra, se desvanecen entre las sombras de los intrincados bosques dendríticos. Se escapan. Así son los espejismos.

lunes, 28 de noviembre de 2011

EN AQUEL JARDIN SECRETO



            Tus besos, allí están tus besos; ocultos entre los árboles, las rosas y el pasto verde. Siempre corro a buscarlos en este mundo lejano, íntimo, sublime, en medio de una paleta de colores danzantes, entre la delicada mezcla de trinos, zumbidos, susurros… Hoy no has llegado y se hace tarde. He traído chocolates belgas en forma de conchas marinas para compartirlos contigo mientras recorremos con los ojos, con los pasos, esta obra de trazos perfectos. Me recuesto sobre el manto verde y miro hacia arriba, contemplo esos vapores condensados que pasan ante mis ojos; me pregunto si estarás aquí antes de que se conviertan en sombras blancas. He pillado un par de pajarillos que están atareados llevando ramitas hasta el árbol cuya sombra me cobija. Bajo este árbol tomaste mi mano por primera vez. Recuerdo que temblaba, todo mi cuerpo temblaba, mis manos estaban frías y sudorosas, y tú no te decidías, no sabías qué decir, cómo decirlo. ¿Será que tú también temblabas? Cerré los ojos un instante y  al abrirlos  encontré los tuyos. La belleza circundante se hizo más bella, cuando surgió otro beso de esos que se esconden en este jardín secreto. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

UN OLOR, TAL VEZ UNA IMAGEN



Los olores se procesan en la cabeza. La nariz es como un túnel por donde ingresan las partículas que flotan en el aire; de allí una autopista hacia el cerebro, el gran traductor de estímulos: un olor, tal vez una imagen. En la memoria, un terremoto violento sacude los rincones cuando penetran ciertas fragancias, retumban video clips añejos, sensaciones que creímos pasajeras. Así, la pólvora, el caucho quemado y el vinagre, nos hace revivir alguna marcha caótica, una protesta de esas que se plasman en las avenidas de Caracas, en dónde alguna vez vimos volar piedras, botellas y balas perdidas; y qué decir del sudor rancio aderezado con ajo y cebolla, apto para espantar vampiros, en el que se imprimen maratones urbanos, subidas al Ávila, el agua, el gatorade, el juguito de naranja recién exprimido que nos espera “en la bajadita”, las ganas de seguir adelante a pesar del cansancio; ni hablar de aquel labial grasiento de perfume aborrecible que desaparece al toque de lengua… porque el placer lo borra todo, hasta lo que duele. Olores. Unos agradan, otros no, pero todos se cincelan en la memoria. Lo putrefacto revive la muerte, el mal, la depresión, cuando una fiera tiene miedo emite un olor nauseabundo. Entonces la vida y la belleza en lo limpio, lo sano, lo perfumado.  Aromas, saliva, dientes; la boca traga lo que la nariz acepta, vomita lo que ésta rechaza, tal vez nuestros nietos recuerden esto. El agua, el jabón, aquella fragancia deliciosa, nos permite anidar en el recuerdo de la gente; entramos por la nariz con sigilo y nadie lo nota, las feromonas hacen su trabajo y todos creen en los ojos, le rendimos culto a los ojos mientras los vapores se deslizan y atrapan a su presa. Con el olor seducimos, generamos fantasías,  conservamos nuestra especie. Los olores se ven con los ojos vendados.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ BATMAN?



Batman ha sido siempre uno de mis personajes favoritos. Es algo que va más allá de su aspecto oscuro y macabro. Tal vez, lo que me atrae es su locura, porque hay que estar loco para ser un superhéroe; es necesario el trauma en la niñez que sirva de impulso a ideales que superen el ego, que te den esa fuerza para romper los límites marcados por la sociedad.  

También puede que me atraiga su inteligencia suprema, claro, porque hay que ser inteligente cuando se decide tener un aliado como el Comisionado Gordon. Mucho de los superhéroes actúan al margen de la ley, son fugitivos, al igual que los bandidos cubren sus rostros con máscaras, eso nos causa molestia, pues, no se puede entender que castiguen a los que tratan de hacer la justicia, que al Estado se le escapa. Siempre me ha llamado la atención lo de la Batiseñal, es un dispositivo que solo puede ser usado de noche. La maldad se asocia con la noche, con la oscuridad, pero los delitos cometidos en la luz son aún más escandalosos.

Otro aspecto interesante de este personaje es que es uno de los superhéroes más humanos. Su poder radica en la tecnología, y en un entrenamiento físico fuerte. No es un mutante, no un extraterrestre, es alguien como nosotros; tan humano, que vive atormentado, con muchos conflictos internos. A Batman le gustan las chicas malas, Gatubela, Hiedra Venenosa… por supuesto, son mujeres deslumbrantes desde el punto de vista físico, con desarrollo de ciertas habilidades que las eleva sobre el resto, pero moralmente distorcionadas. Por eso a Batman nunca le atrajo Batichica, porque Barbara Gordon, a pesar de ser atractiva, es moralmente perfecta. Eso es, en cierto modo, un indicador del  compromiso del héroe consigo mismo, con sus ideales, una relación amorosa verdadera arruinaría sus planes, limitaría sus riesgos.

¿Por qué Batman? No lo sé, tal vez llevamos algo de viento dentro de nosotros, un retazo de sombra criminal no revelada sino en nuestros sueños, porque allí no terminan de ser verdad. Porque necesitamos creer que alguien tan parecido a nosotros es capaz de impartir la justicia que se desliza por debajo de la puerta, para que podamos dormir tranquilos, o al menos creamos eso. Tal vez necesitamos creer que merecemos el amor de un ser extraordinario, a pesar de nuestras imperfecciones, y que un instante es suficiente para apoyar el alma. Tal vez sea eso. No importa si eres de Ciudad Gótica o de Caracas, da igual.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

PARA WANGARI MAATHAI



Millones de hojas danzando en el viento, dejándose caer por ti, como lágrimas de fuego, como huérfanas de ramas. Millones de hojas nacidas de millones de troncos, bañados de amor por vientres exhaustos de dolor, los mismos que arroparon la paz y la justicia bajo la tierra negra de Kenya. Siempre fue así, tu cabeza en las raíces, tus pies en el cielo, llevando la humedad al suelo y la erosión a los ojos. Para ti, la lucha y la vida fue  una sola trenza, que, como artesana tejiste con paciencia hasta lograr un cinturón, uno sustentable, perpetuo; porque nunca hay vida sin lucha cuando se busca la trascendencia del mundo.